Cine muy especial

Desde siempre el cine trató el tema de los discapacitados. Recordemos El jorobado de Notre Dame, en 1923 de Worsley, Luces de la Ciudad (City lights), en 1931, de Charles Chaplin o Freaks/La parada de los monstruos, de Tod Browning, en 1932.
Sin embargo, el discapacitado entra de lleno en el cine con el fin de elogiar a los héroes de guerra y levantar la moral el pueblo norteamericano durante la segunda guerra mundial. Muchos soldados regresaban mutilados y era necesario hacer ver que se podían vencer todos los obstáculos sin ayuda, sólo con sus propios recursos.
Se hizo así un cine con personajes que habían perdido alguno de sus miembros, pero no la ilusión. En 1947, la Academia de Hollywood concedió varios Oscar a la película Los mejores años de nuestra vida, de William Wyler. Dos de ellos (el Oscar al mejor actor secundario y otro especial por su ejemplo a todos los veteranos de guerra), fueron para Harold Russell, que representó el papel de Homer Parrish, un veterano de guerra que volvía con las dos manos ortopédicas. Russell, que había perdido las dos manos en 1944, en un accidente con TNT, mientras entrenaba a paracaidistas, se convirtió en símbolo de valor y coraje para los norteamericanos y fue durante muchos años presidente del Comité Presidencial de Empleo para los Discapacitados.

Otras películas fueron más duras, como Hombres, en 1950, de Fred Zinneman, con Marlon Brando como parapléjico protagonista, Johnny cogió su fusil, en 1971, de Dalton Trumbo, que tuvo un importante éxito de crítica y público. En este caso la discapacidad se utiliza fundamentalmente como una metáfora de los horrores de la guerra.
Sin embargo la mayoría de las películas de aquella época han contribuido a aislar a los personajes discapacitados de sus semejantes, al presentar a las personas con discapacidad como individuos extraordinarios que luchan contra lo imposible, como personajes violentos y autodestructivos o como personajes extraordinariamente bondadosos y llenos de inocencia, silenciando los verdaderos problemas sociales y haciendo al discapacitado «invisible» para el gran público.

Recordemos un film como El milagro de Ana Sullivan (The miracle worker), en 1962, dirigida por Arthur Penn, con un guión de Helen Kéller, en el que cuenta parte de verdadera historia de la niña (Helen Keller), sorda y ciega que aprende a comunicarse y hablar, gracias al apoyo de su institutriz Ana Sullivan. La película fue un éxito y recibió el oscar a la mejor actriz para Anne Bancroft.
También marcó un hito la producción de El Regreso (Coming Home), en 1978, de Hal Sabih, una película protagonizada por Jon Voight en el papel de un veterano de la Guerra del Vietnam con paraplejia, y Jane Fonda, que abandona a su marido para irse con él. La discapacidad en este caso no es ignorada ni constituye el eje central o motivador de la trama. Las principales diferencias entre el protagonista y el marido de Jane Fonda son su actitud ante la guerra y ante las mujeres, y no la discapacidad. La relación de Voight y Fonda en El Regreso no es la del paciente y la enfermera, sino la de un hombre y una mujer en una situación nueva para ambos. El mensaje que la película transmite es que las personas con discapacidad pueden ser adultas, ingeniosas, interesantes, divertidas y sensuales como cualquiera. Voight y Fonda obtuvieron, respectivamente, los Oscar al mejor actor y a la mejor actriz en 1978.

El hombre elefante (Elephant man), en 1980, de David Lynch, sobre la verdadera historia de John Merrick, el «monstruo de la era victoriana», era exhibido en un circo ambulante, hasta que un joven médico extrajo de su deforme máscara una personalidad estrañamente dulce. Tuvo 9 nominaciones al oscar
Una película representativa en los años 80 es Hijos de un dios menor (Children of a Lesser God), de John Seale, nominada para varios premios de la Academia en 1986 y por la cual Marlee Matleen obtuvo el Óscar a la mejor actriz. La acción transcurre en un colegio para sordomudos, en el que los problemas habituales en cualquier centro de enseñanza se ven agravados por la necesidad de mantener un difícil equilibrio en el trato con jóvenes acostumbrados al aislamiento. Cuando, además un profesor se siente fuertemente atraído por una de sus alumnas, la situación se complica por las reacciones de la muchacha, hostiles en un principio y, casi siempre, imprevisibles.
Recordemos también Mi pie izquierdo (My left food), película irlandesa de 1989, de Jim Sheridan, la historia de un pintor parapléjico que utiliza el pie para pintar.
No hay que olvidar tampoco Rain Man, en 1988, de Barry Levinson, con Dustin Hoffmanen el papel de un autista utilizado por su hermano, un vividor se alegra de la muerte de su padre porque espera heredar su fortuna.
En la década de los 90, una serie de películas llevan al discapacitado a las cimas del cine: Forrest Gump, en 1994, De Robert Zemeckis. Sobre un chico, interpretado por Tom Hanks, con deficiencias mentales no muy profundas y con alguna incapacidad motora, que llegará a convertirse en héroe durante la Guerra del Vietnam. La película se vio galardonada por 4 oscar.
En 1988 se realizó la película Un mundo a su medida (The Mighty), de Peter Chelsom, en la que un niño dotado de una prodigiosa inteligencia, pero con graves problemas físicos. Se une a otro de escasas luces pero de gran fuerza. Por separado son débiles, pero juntos un auténtico cóctel de fuerza e imaginación capaz de hacer frente a todo. Ambos se ayudarán continuamente y vivirán múltiples aventuras.
En 1987, una interesante película fue Gaby, una historia verdadera (Gaby, a True Store), de Luis Mandoki, adaptación de la biografía de Gabriela Brimmer, poetisa y escritora que nació con una parálisis cerebral que le impedía cualquier movimiento o expresión menos su pie izquierdo. En este film se tiene en cuenta el amor y las relaciones sexuales, al mismo tiempo que es un alegato contra la invisibilidad de lo discapacitados ya que aboga por una integración total en la sociedad.
En 1997, Pedro Almodóvar dirigió Carne trémula, una historia en la que un policía tetrapléjico interpretado por Miguel Bardem tiene un relevante papel.
Ya en el 2000 Jean-Pierre Sinapi realizó en Francia Nacional 7 (Nationale 7), sobre un joven que padece una enfermedad muscular vive en una residencia para discapacitados cerca de la Nacional 7. tener en cuenta los deseos sexuales del protagonista constituye el núcleo fundamental de la trama. Obtuvo premios en Berlín y San Sebastián.

Lars von Trier realizó en 2000 Bailando en la oscuridad (Dancer in the dark), una durísima película en la que una inmigrante checa y madre soltera que va quedando sin vista se decide a ahorrar todo el dinero necesario para asegurarle a su hijo una operación antes de que sufra el mismo mal.
Pedro Almodovar realizó en el año 2000 la película Hable con ella, un drama sobre la comunicación e incomunicación. Una mujer en coma es el símbolo de mayor relevancia para presentar la necesidad de comunicación, también hacia aquellos que aparentemente están incapacitados para ejercerla.
En 2001 Ramón Salazar realizó en España, Piedras, la historia de cinco mujeres, una con parálisis cerebral, y las relaciones que se establecen entre ellas.
Una interesante película de 2001 es Yo soy Sam (I am Sam), de Jessie Nelson, en la que Sean Penn interpreta a un discapacitado que defiende con fuerza quedarse con la custodia de su hija, un niña de siete años de edad, la misma que él tiene mental.