Chicas 007

Una película de Bond no sería lo mismo sin una o dos 'Chicas 007" adornando la pantalla. Literalmente, Bond no podría vivir sin ellas, considerando cuántas le han salvado la vida a lo largo de los años. ¡Y a nosotros tampoco nos gustaría tener que vivir sin ellas! Sus papeles han ido evolucionando con el paso del tiempo y hoy toda Chica Bond que se precie no sólo tiene que ser atractiva, sino que tiene que poder medirse las fuerzas con Bond, generalmente como su cómplice o su enemiga. Bien sea una actriz conocida o una actriz al comienzo de su carrera, el título de Chica Bond significa el ingreso en un club muy exclusivo de la historia del cine.
Echa un vistazo a estas fantásticas mujeres  que han contribuido al gran legado del agente 007.



Publicado en la revista MAN
En 1962 se rodaba el primer filme basado en James Bond (James Bond contra el Dr.No). Aquella cinta costó un millón de dólares (Quantum of Solace ha alcanzado los 230) y su falta de ambiciones se reflejaba en el cásting de un escocés de pelo en pecho que venía de intentar ser futbolista y una pin-up suiza que debió ser doblada por su acento centroeuropeo. A pesar de ello, la suiza, Ursula Andress, es recordada todavía hoy como la epítome de chica Bond. Su biquini blanco, diseñado por ella misma, se mantiene como icono estético de la década. Dos años más tarde, la inglesa Honor Blackman se hacía con el papel de Pussy Galore y se convertía en la preferida de quienes no acostumbran a gustar de las ‘chicas Bond’. Blackman había sido fichada de la serie Los Vengadores. En 1969 tocaba Bond nuevo. Connery estaba ocupado. Brigitte Bardot y Catherine Deneuve, también. Tuvieron que recurrir a la maravillosa y pop Diana Rigg, la mejor actriz que ha hecho de ‘chica Bond’. Su carrera posterior incluye media docena de obras de Shakespeare y el primer desnudo de la historia del cine británico.
En los años 70…
Dicen que las ‘chicas Bond’ sufren una maldición. Muy pocas logran una carrera medio decente tras pasar por la cama y el gatillo de James. El caso de Jane Seymour es una excepción. Sorprendentemente, la escogieron a ella cuando Catherine Deneuve dijo no a Vive y deja morir. Son los 70 y las túnicas y los collares marcan el vestuario de una chica Bond discreta. Un año después Britt Ekland era una de las dos suecas en El hombre de la pistola de oro. En esta época, las ‘chicas Bond’ son algo infantiles, bobas y no pueden evitar parecer algo paraditas, incluso cuando llevan una pistola. El tema cambia con la llegada de la gran Barbara Bach, verdadera fuerza motriz de La espía que me amó, donde se merienda al pobre Moore.
En los años 80…
A pesar del Chernobyl estilístico que fueron los 80, la década empezaba para Bond con la que es la más elegante de sus chicas. La francesa Carole Bouquet, aprovechó sus contactos en la alta costura para dotar a Sólo para tus ojos de un aire de tendencia. La Bouquet es, además, la actriz con una filmografía más sólida de todas las que han participado en estas cintas. La más desgraciada puede que sea Tanya Roberts, que en Panorama para matar no hacía más que resaltar el lado más obvio y superficial de la década. Mientras, su oponente, Grace Jones, recuperaba a la mujer fuerte y con personalidad que tan bien encarnó Honor Blackman. Dos años después, Alta tensión presentaba un nuevo Bond, Tymothy Dalton, y un concepto de chica avanzado a la época. Myriam D’Abo es tal vez la menos sexy de todas éstas. Una suerte de rata de biblioteca que representaba lo anodino del final de los 80 y avanzaba el indie de la década posterior.
En los años 90…
Cayó el muro y el mundo no sabía si abrazar o temer a la vieja URS . Se fue Dalton y la gente no sabía si amar u odiar a Pierce Brosnan. Su primera aventura fue la brillante Goldeneye, donde el soviet cool de Xenia Onatopp y la única informática sexy de la historia, Natalya Simonova, personificaban las dudas de un mundo nuevo. Simonova cambió de agente, un tipo despiadado que la hizo declinar el papel de Catherine Zeta Jones en La máscara del Zorro y el de Kim Basinger en L.A. Confidential. Siguiendo la nueva tendencia de tener dos chicas Bond de características opuestas en cada film, El mañana nunca muere tenía a Michelle Yeoh y a Teri Hatcher. La mujer desesperada, rica esposa de malvado, era el perfecto ejemplo estilístico de la nueva era de opulencia post crisis del 93, mientras que Yeoh inventaba a Lucy Liu y anunciaba la globalización multicultural del siglo XXI . La década se despedía con una Denise Richards que no podía evitar parecer una vulgar cheerleader hablando en binario y una Sophie Marceau, malvada y extremadamente bien vestida (la alta costura redescubría la saga como ideal objetivo del product placement). La moda de que las americanas hicieran de buenas y las francesas de malas se iniciaba aquí. Y para hacer de terrorista ruso, nada mejor que un actor inglés. Pero eso ya es otra historia.
Y en el año 2000…
Conscientes de que la década de los 90 había dejado mucha moda y poca carne en la franquicia, los productores de Muere otro día contrataron a una carnal y recién oscarizada Halle Berry. Su biquini naranja con detalle de cuchillo jamonero (homenaje a Ursula Andress y momento tótem de la cultura del revival que ha definido esta década) fue un hit de la época, así como su vestuario de gogó de discoteca que los productores presentaron como “el más a la moda de la historia de la saga”, pero que parecía sacado de una discoteca poligonera de extrarradio. Los mediocres resultados incluso privaron a Berry de un spin off basado en Jinx, su personaje. También tiene un papel relevante la británica Rosamund Pike. Y llegó Craig. Y con él la franquicia dejó de lado coartadas estéticas, alta tecnología, algo de corrección política y otras lacras para centrarse en la acción de naturaleza vintage y en una de las mejores chicas Bond de las dos últimas décadas: Eva Green. Experimentada, con fuerte personalidad y poco ortodoxos métodos, el personaje de la gala es brillante. El ejemplo de que el futuro de la saga se encuentra en las chicas. Bond ya no fuma, folla poco, reniega menos, ya no se presenta como antaño, así que sólo les queda a ellas mantener viva la llama original.